Hay momentos en que te derrumbas cuando ves el futuro que va acercándose, cuando observas las pruebas que te esperan a la vuelta de la esquina, cuando miras a tu alrededor y solo encuentras montañas que escalar y a cada cual más alta e infranqueable.
Nos gustaría tener una vida sin obstáculos, siempre feliz, siempre con esperanza y optimismo, pero eso no sería la vida.
La vida hay que caminarla con todo lo que va implícito en ella para ir asumiendo todas las enseñanzas, todas las virtudes y todo aquello que forma parte de ti.
La vida tenemos que recorrerla con paso firme y sin dudar de los pasos que vamos a dar, con la firmeza que te da la confianza en uno mismo, con la seguridad que nos aporta el sentir nuestro palpitar y seguir los pasos del corazón.
Hay momentos en que te derrumbas cuando ves ante ti el camino que te toca recorrer, pero es solo eso, un momento de duda humana, un segundo de fragilidad de espíritu, un instante de rechazo.
Cuando eres consciente de tu poder personal, de tu esencia divina, de tu plan de vida, cuando aprendes a andar con fuerza, dando los pasos adecuados, en ese momento los obstáculos desparecen.
Pues todos aquellos que hagas con confianza, siguiendo la voz de tu corazón y sin pensar en el fracaso, porque, aunque en algún momento creas que has fracasado, que no has tomado el camino correcto, eso es solo una sensación creada por tu mente.
En este universo tan perfecto no existe mala decisión, ni mal paso, ni mala elección… todo es correcto como plan de vida, ese que te has dibujado y que debes realizar con firmeza y confianza.
Atrévete a seguir el camino de tu vida con seguridad y en ese instante comenzaras a VIVIR.